OG, EL ÚLTIMO REY GIGANTE

Representación de Og siendo derrotado por las fuerzas de Moisés, en el manuscrito iraquí "Musa va'Uj", hacia el siglo XV.

Og o Uj fue un soberano terrenal pero descendiente de gigantes y del ángel caído Semyaza o Semyazza, uno de los principales alzados de la rebelión luciferina en los Cielos y de los más infames entre las creencias jehovíticas. Las descripciones coinciden en que tiene algo ser malévolo, pero que corresponde a una entidad de proporciones gigantescas, heredadas de sus ancestros. Pertenece  su memoria a tradiciones judías, luego cristianas y musulmanas, las que se enredan con las sagradas escrituras, de hecho.

A diferencia de otros griroris y ángeles rebelados, el despiadado Og estuvo entre los desterrados que quedaron atrapados en la tierra, viviendo con los hombres. Incluso llegaría a ser convertido en rey y luego en ser divino por la mitología, siendo conocido en Mesopotamia y Grecia. En su "Panléxico: vocabulario de la fabula" de 1845, el escritor español Santos López-Pelegrín lo define como "de inmensa estatura, de quien los asirios hicieron una divinidad". El mencionado Semyazza sería abuelo de Og, según varias interpretaciones como la de Gustav Davidson en "A Dictionary of Angels". Y, de acuerdo a Matthew Bunson en "Angels A to Z", nació directamente de la unión sexual entre mujeres humanas y ángeles caídos, por lo que era de la raza híbrida de Nefilim, un gigante rotundamente malvado. Los relatos árabes lo consideran hijo de Anaq, además, personaje que en el mundo islámico es tomada por hija de Adán.

Según el Antiguo Testamento, Og es el último o uno de los últimos refaítas o rephaim, una población de antiguos gigantes prácticamente desaparecida con el Diluvio Universal. Cierta leyenda es mencionada por Bunson y se retrató además en la pentalogía francesa "Gargantúa y Pantagruel" de François Rabelais en el siglo XVI con Hurtaly, gigante mitológico inspirado en Og. Decía esta versión que el engendro sobrevivió a la lluvia diluviana ocultándose en el techo del arca de Noé, quien al descubrirlo de polizón y motivado por la bondad, decidió alimentarlo con su familia a través de la chimenea, hasta que por fin descendieron las aguas. Nada menos que 1.000 animales habría costado al pobre Noé este acto de piedad para con el hambriento gigante.

En la Biblia, en tanto, Og es presentado también como el temible monarca del belicoso pueblo amorreo de Bashan o Basán, con capital en  Ashtaroth, situado al este del río Jordán. Con él se encuentran los israelitas de camino a la Tierra Prometida, según Números 21: 33-35:

Y volvieron y subieron camino de Basán, y salió contra ellos Og, rey de Basán, él y todo su pueblo, para pelear en Edrei.

Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo, porque en tus manos lo he entregado, a él, y a todo su pueblo y su tierra; y harás con él como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón.

E hirieron a él, y a sus hijos y a toda su gente, sin que le quedara uno con vida, y poseyeron su tierra.

Og cargando la montaña que pretendía arrojar a los ejércitos de Moisés, en un antiguo manuscrito árabe ilustrado de las colecciones del Walters Arts Museum.

La cama de hierro gigante del rey Og en el "Physica Sacra" de Johann Melchior Füssli y Johann Jakob Scheuchzer, siglo XVII.

Moisés habría derrotado a Og atacando su tobillo con una pica, pues este parece haber sido algo parecido a un punto débil del monstruo equivalente al talón de Aquiles o la parte vulnerable en la espalda de Sigfrido. Empero, además de esta hay otras descripciones del enfrentamiento presentadas en 1747 por el misionero Juan Bernardino Rojo, en la obra "Theurgia general y específica de las graves calidades, maravillosas virtudes, y apreciable conocimiento de las mas preciosas piedras del universo":

...y afirman que salió al encuentro del ejército de Moisés con una piedra, o monte, que tenía de longitud nueve leguas, en opinión de los mahometanos; y en la de los talmudianos, dos o tres, y que la llevaba en la cabeza con intento de charla sobre el ejército de Moisés, que ocupaba nueve leguas, a fin que cogiéndolo todo, quedase sepultado; pero que Moisés envió una abubilla que con su pico horadó la piedra, o monte, el que cayó sobre los hombros de Og, y entonces, dicen que milagrosamente le crecieron los dientes hasta siete codos, y no pudo echar de sí al tal monte; mas los tamudistas quieren, que fuesen hormigas las que horadaron el monte, y que le mató Moisés, en la forma que va referida...

Se ve, entonces, que Og es otro de los gigantes derrotados por israelitas al estilo de Goliat. El rey de Basán alcanzaba más cuatro metros de altura según puede estimarse de las indicaciones disponibles, por lo que no hay duda para las sagradas escrituras de su formidable raza. El Corán también lo menciona pero las interpretaciones de este libro citadas por Rojo arrojan un tamaño exagerado: 2.333 codos, por lo que las aguas del Diluvio Universal "no le llegaron a las rodillas". En cambio, así lo señala Libro de Deuteronomio 3: 10-11:

Todas las ciudades de la llanura, y todo Galaad y todo Basán hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán.

Porque sólo Og, rey de Basán, había quedado del resto de los gigantes que quedaron. He aquí su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella era de nueve codos, y su anchura, de cuatro codos, según el codo de un hombre.

Og reaparece mencionado en Salmos 135: 11. En el Libro de Josué 2: 10 también se habla de él, recordando que era uno de los enemigos de los hebreos y que fueron derrotados por voluntad de Yahvé:

...porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y además lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido.

De esa forma, si bien el gigante Og no era originalmente un ángel caído sino un descendiente de ellos, la tradición monoteísta lo arrojó también al fondo de los planos de la espiritualidad y con las bestias condenadas. En la demonología hoy está en la misma categoría aborrecible que sus parientes demonios y las demás entidades infernales, por la misma razón. Algunos lo asocian incluso a la figura de Ogias, otro gigante diabólico quien luchó con un dragón y que aparece en el Libro de los Gigantes del siglo II antes de Cristo, considerado apócrifo: se cree que podría ser él mismo o acaso su padre.

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