LUCIFUGO, EL QUE HUYE DE LA LUZ
Representación inglesa de Lucifugo, hacia 1850 para una edición de "El Gran Grimorio".
A Lucifugo, llamado también Lucífugo, Lucifuge, Lucifugus y
muy especialmente Lucífugo Rofocale (Lucifugus Rofocal), se lo identifica
principalmente por ser un monarca de los demonios en el Infierno: primer ministro del inframundo, gran general y el segundo jefe más importante después de
Lucifer. Permanece y actúa bajo completas órdenes de este último, tan de
cerca que muchas veces ha sido confundido con él en la cultura popular y las supersticiones. En cierta
forma es, entonces, el intermediario entre el gran príncipe de las profundidades
y el resto de todos los demonios en sus respectivas jerarquías y legiones, así como del contacto con los hombres que invoquen al soberano infernal.
Su nombre proviene de las palabras en latín lux y furgio, que juntas se traducen como "huir de la luz", por lo que equivale a decir Quien Huye de la Luz. De hecho, lucífugo es un término empleado formalmente para señalar comportamientos de seres vivos que rechazan la luz o las horas diurnas. Esto aludiría a la curiosa gran característica del personaje, sin embargo: sólo puede aparecerse o formarse en cuerpo carnal durante la noche, pues sus inclinaciones evitando la luz semejan mucho a los que se atribuyen al vampirismo literario. Este permanente desprecio y evasión del día hacen que Lucifugo sea un demonio simbólicamente relacionado con las alegorías nocturnas y las tinieblas, siendo en las horas oscuras cuando algunos lo invocan o realizan ritos en su nombre, cargado además de muchos alcances crípticos y significaciones esotéricas. En otro aspecto, representa con ello los atávicos terrores humanos a la noche y la oscuridad, desde tiempos ancestrales.
Su apellido original Rofocal (la letra E final es silenciosa, no se pronuncia), en cambio, puede corresponder a un anagrama del nombre Focalor, usado por otro demonio con rango de duque y también mencionado en el tratado europeo "La Clavícula Menor de Salomón" del siglo XVII, ocupando el número 41º de los principales 72 demonios. Puede ser, entonces, que Lucifugo tenga alguna especie de relación de dualidad con Focalur; una condición en duplicidad que se ha visto ya en las descripciones de otras criaturas mitológicas y demonológicas, dicho sea de paso.
Lucifugo se asoma por muchos libros históricos sobre magia y ciencias ocultas. Aparece en "El Gran Grimorio", compendio de alta magia en donde se describen parte de sus características, además de su sello talismánico y la extraña firma del mismo. Hasta debe ser mencionado y convocado en la propia invocación de los demonios descrita en el libro, rogando a Lucifer que aquel lo haga "bajo una forma humana, sin ningún pestífero olor". Dice la invocación correspondiente:
¡Oh, gran Lucifugo! Yo te ruego que dejes tu morada donde quiera que te halles, para venir a hablarme: de lo contrario, te obligaré por la fuerza del grande y poderoso Alpha y Omega, y de los ángeles de luz Adonay, Eloim y Jehovam, a que me obedezcas. Obedéceme prontamente o vas a ser eternamente atormentado por la fuerza de las poderosas palabras de la clavícula de Salomón, de las que se servía para obligar a los espíritus rebeldes a recibir sus pactos. Así pues, aparécete en seguida o voy continuamente a atormentarte por el poder de estas mágicas palabras de la clavícula: Agión, Telegran, Vaycheo, Stimulatón, Esperes, Retrogramatón, Oyram, Irión, Emanuel, Cabaot, Adonay, te adoro y te invoco.
Cuando Lucifugo se presenta respondiendo a quien lo ha llamado, entonces, lo hará diciendo lo siguiente: "Heme aquí. ¿Para qué me quieres? ¿Por qué turbas mi reposo? Respóndeme: yo soy Lucífugo Rofocale a quien has invocado". El mago debe saber responder y lograr el pacto con astucia, pues el demonio pide a cambio "que te entregues a mí por espacio de veinte años, para hacer con tu cuerpo y con tu alma lo que me plazca".
Grabado con el aspecto de Lucifugo para la versión española de "El Gran Grimorio", de 1845.
Dos representaciones del rostro y la firma de Lucifugo basadas en la lámina "Figura y firma de los principales espíritus infernales" que aparece también en algunas traducciones del libro de San Cipriano.
Cabe comentar que dicha obra había sido elaborada como manuscrito en Venecia, en 1522, por el ocultista italiano Antonio Venitiana del Rabina, aunque debieron pasar 90 años más para ver sus primeras impresiones. Algunas ediciones del siglo XIX aportaron, por lo demás, los primeros grabados importantes con representaciones gráficas completas del demonio de marras, como fue la traducción española de 1845 y la publicación inglesa de 1850. Aparece en ambos dibujos como una especie de bufón siniestro con rostro humano, con tres cuernos en algo como un sombrero de arlequín, patas de animal con pezuñas y una cola peluda saliendo por debajo de su faldín.
Aquella es la versión más difundida y conocida de todos sus sencillos retratos, ciertamente, casi icónica en ciertos círculos. Sin embargo, algunas representaciones del rostro del mismo ser fueron tomadas de las mismas fuentes disponibles y lo muestran como un ente con un gran corona, rasgos humanoides y lo que parecen dos enormes aletas o agallas en lugar de mejillas o cuello. Esta versión también está tomada de "El Gran Grimorio", particularmente de una lámina titulada "Figura y firma de los principales espíritus infernales".
Textos del siglo XVIII como los atribuidos a las enseñanzas del paleocristiano San Cipriano a través del monje Jonás Sufurino, el famoso "Libro Magno" de los magos, aseguraban por entonces que Lucifugo tiene bajo su dependencia a otros poderosos demonios como Bael, Agares, Marbas y muchos otros diablos y espíritus oscuros subordinados también a sus órdenes. El libro de San Cipriano reproduce, de hecho, un diálogo entre un exorcista y él, al momento de aparecerse durante el rito:
-Aquí estoy, ¿qué quieres? ¿para qué me quitas mi descanso? No me hieras más con esa terrible vara, soy Lucifugo Rofocal, el de los tesoros.
EL EXORCISTA: -Si hubieras venido cuando te llamo no te hubiera castigado. Pero si no me concedes lo que voy a pedirte, te voy a castigar eternamente, porque yo soy Salomón.
LUCIFUGO: -No me detengas aquí mucho tiempo, ni me atormentes más; en otro lado me llaman también millares de Salomones como tú. Dime cuanto antes, ¿qué me quieres?
EXORCISTA: -Por de pronto el tesoro que esté más próximo, aquel que sea bastante para nuestras necesidades y deseos.
LUCIFUGO: -En toda la tierra no hay tesoro alguno. Se acabaron.
EXORCISTA: -Los hay, luego, en el fondo del mar.
LUCIFUGO: -¡En el mar! Yo que estoy ardiendo en el fuego, me está prohibido tomar baños (con tristeza). No puedo, Salomón.
Posteriormente, en 1899, Arthur Edward Waite se refiere también a la descripción de Lucifugo hecha en "El Gran Grimonio" y agrega otros datos sobre él en su obra "El libro de la magia negra y los pactos". Confirmamos en esta y otras fuentes que Lucifugo asume muchas funciones más en el orden infernal que la adjudica la creencia, incluyendo las de naturaleza política, militar y hasta diplomática que corresponden a su cargo. También tiene un rol de tesorero, capaz de manejar todas las riquezas del mundo, incluyendo los tesoros y las más grandes fortunas, como hemos visto.
En cierta forma, todos los tesoros del mundo son de Lucifugo, según se desprende del mismo "Libro Magno de San Cipriano" y otros por el estilo.
Sin embargo, la entidad aparece con frecuencia encargada de hacer también el
"trabajo sucio" contra la humanidad: desatar calamidades naturales como
terremotos, destruir a otras divinidades y sus cultos, causar enfermedades como
pestes y epidemias, provocar deformidades físicas, etc. Es, por lo tanto, uno de los personajes más poderosos y completos que están en los catálogos de la demonología.
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