LECHIES, GUARDIÁN TUTELAR DEL BOSQUE

Ilustración del ataque de Lechies en el bosque, en la revista rusa "Niva", año 1904, obra del artista Ivan Yizhakevych.

Lechies provendría de la mitología y el paganismo eslavos, en donde es descrito como una especie de pixi u ogro escondido en los paisajes, capaz de adoptar diferentes formas de la flora y la fauna con la que convive. La tradición demonológica lo ha dejado asociado a otro de los muchos espíritus potencialmente malévolos que son habitantes de bosques remotos y que se vinculan también a los dominios del inframundo. Por lo corriente, se hace presente en la forma de algo parecido a un fauno o bien como un titán de gran tamaño, frecuentemente con piel azul, dos cuernos y cabellera verde, a los que se agrega además una barba del mismo color. Las versiones varían entre una y otra, pero también se lo retrata cargando un arma como masa o látigo, símbolo de su dominio sobre su hábitat.

La leyenda de Lechies señala que puede provocar tormentas, vientos inesperados, incendios, derribamientos de árboles, zumbidos, azotes inesperados con varas a los intrometidos, hacer que caigan ramas pesadas desde lo alto y expulsar animales de sus madrigueras. Sigiloso y escurridizo, puede esconderse en pequeños agujeros de los troncos o convertirse en un hongo silvestre, a veces de gran tamaño. Según la versión polaca del mito, en la que es llamado también Borovoi, Borowy y Gayevoi, este puede convertirse en otras criaturas como una lechuza cuando se posa sobre un árbol, situación en la que los campesinos y habitantes de las praderas se niegan a cortarlo por miedo a la venganza del espíritu.

El folclore y las muchas historias orales sobre Lechies llegaron a ser bastante temidas entre los habitantes de regiones aisladas de aquellos territorios. Fue entendido también como una especie de raza de seres elementales incluso capaces de modificar su tamaño, de acuerdo a lo que se desprende de "History of Russia" del reverendo Thomas Willcocks, en 1832:

Sus deidades del bosque, una especie de Satys, llamadas Lechies, eran extremadamente deformes. Cuando estas caminaban sobre la hierba, no llegaban a pasar por encima de ella, y la hierba que aún crecía era suficiente para esconderlos; pero cuando vagaban por los bosques, igualaban en altura a los árboles más altos. Sus gritos eran tan fuertes que sembraron el terror por todas partes. Pobre del aventurero que se atreviera a atravesar el bosque: pronto era rodeado por los Lechies, quienes lo agarraban y lo llevaban de un lado a otro hasta el final del día, cuando al caer la noche lo cargaban hasta sus cavernas, en donde se divertían haciéndole cosquillas hasta matarlo. Estas viejas historias todavía son repetidas por la gente común.

Tal espíritu tutelar de las comarcas boscosas debe dormir durante todo el invierno, sin embargo, por lo que es poco posible el encontrarse con él en la época más fría de cada año. Se asume que va a dormir a las cavernas o bajo la tierra cada 17 de octubre hasta el final de la estación de nieves en el hemisferio boreal, por lo que a partir de esa fecha los andariegos y caminantes de las forestas se sienten más seguros durante el período. Como no podían faltar, además, hay quienes asocian esta entidad y los reportes de sus supuestos avistamientos con las historias criptozoológicas de seres parecidos como Pie Grande en América, el Yeti de los Himalayas o el Hombre Oso de las montañas de Hubei.

Cerca de la misma época en que Willcocks escribía las líneas ya transcritas, en Francia hacía lo propio Jacques Collin de Plancy con su famoso "Diccionario Infernal" (publicado por primera vez en 1818), cuya edición más famosa fue la de 1863 ilustrada por Louis Le Breton, con las representaciones caricaturescas y a veces también antojadizas de los espíritus infernales allí descritos, incluido Lechies. La definición que proporciona Collin de Plancy para este, muy semejante a la ya revisada, también va en el sentido de estimarlo como una raza de espíritus:

Demonios de los bosques, una especie de sátiros para los rusos que se representan con cuerpo humano desde la cabeza hasta la cintura, con cuernos, orejas, una barba de cabra; y de cintura para abajo con forma de cabra. Cuando caminan por los campos se encogen hasta el tamaño de las hierbas, pero cuando corren en el bosque, igualan en altura a los árboles más grandes. Sus gritos son horrorosos. Vagan sin cesar alrededor de los caminantes, simulando una voz que les suene conocida y los engañan para llevarlos hacia sus cuevas, donde disfrutan haciéndoles reír hasta que les provocan la muerte.

Representación de Lechies por Le Bretón, en el "Diccionario Infernal" de Collin de Plancy, edición de 1863.

Un Lechies en la portada de la revista rusa "Leshy" N° 1, año 1906 (Archivos de la Biblioteca de Yale).

Ilustración "El Leshy", de P. Dobrinin, año 1906. Fuente imagen: Sitio Thought Co.

Cabe indicar que, en otro aspecto de sus varias ambigüedades, Lechies ha sido llamado también Lechie, Leszy, Lechy, Leshiy y Lechi; los rusos lo denominan Leshi y Lesak, los servios Lesnik, los checos Lesy, los bioelorrusos Lesun, mientras que los ucranianos prefieren Lisovik y Lesovy. Todos estos nombres provendrían de una raíz común proto-eslava y que podría traducirse como El del Bosque. En Letonia es denominado también Mežainis, en Mordovia es Vir'ava y en Lituana es Miškinis o Miško Velnias, traducible como Demonio del Bosque.

Su aspecto, además del descrito, va en sintonía con tales denominaciones y así puede tomar elementos florales del mismo bosque en que vive (ramas, cortezas, musgos, hongos, hierba, etc.), reafirmando así su origen y pertenencia a la naturaleza, a través de un cuerpo fitomórfico. Incluso se lo retrata a veces como un árbol (pino, abeto, abedul, roble o álamo), una planta grande o incluso un ent del universo literario de J. R. R. Tolkien. No obstante, también puede aparecerse en la forma de hombre, engañando a los demás mortales, especialmente a los andariegos y a los jóvenes o niños que secuestra en aquellos caminos solitarios.

Ciertas descripciones de las leyendas hablan de Lechies como un ser en particular y no una raza, sin embargo, hasta con una compañía femenina llamada Leshachikha, Leszachka o Lesovikha, personaje de abundante pelo y a veces con dos pechos tan grandes que debe echárselos por atrás de los hombros, como mochilas, para caminar sin tropezar con ellos. Tendrían hijos, en ciertas variaciones del relato. Mucha de esta información sobre Lechies que ha sido incorporada a la mitología y la demonología proviene de algunos relatos folclóricos y cuentos que hablan del personaje en la Europa oriental.

En síntesis, entonces, se trataría de un monstruo que vive perpetuamente en los bosques y domina a todos los animales que lo habitan, hasta en sus comportamientos más insignificantes, dándoles órdenes y también protección, especialmente a las aves y criaturas pequeñas. Los cazadores saben esto, por lo que intentan adular a Lechies con ofrendas o alabanzas para que los deje andar tranquilos persiguiendo sus presas. El personaje también gusta de confundir y hacer que se extravíen los intrusos que llegan a los mismos lugares, adjudicándosele una especie de frase característica que podría traducirse más o menos como "Fui, encontré, extravié". Tiene ciertas analogías con otros personajes de la mitología eslava como el dios Svyatibor, así como con el duende o elfo indómito Polevik, y también con un hada elemental llamada Lauma o Laumé.

Como a Lechies le gusta marear a la gente girando o paseando alrededor suyo según la versión ucraniana o bien hechizándolos para que pierdan la orientación, además de asustarlos para que salgan corriendo y se pierdan, hay una forma de engañarloa la que recurren los lugareños: colocarse la ropa al revés, incluso intercambiando el calzado entre los pies, para atravesar el bosque hasta llegar a la seguridad del hogar. También se recomienda ir haciendo la señal de la cruz o persignándose en el trayecto. Volteando las prendas del cuerpo, además, Lechies puede creer que la persona viene cuando en realidad se va, y viceversa.

Aunque a Lechies le gusta gritar y silbar de manera gutural cuando está solo, suele guardar silencio cuando hay personas cerca para pasar inadvertido, de modo que si se oye haciendo cerca tales ruidos es porque no trae buenas intenciones para con el intruso. Sin embargo, como la sola presencia suya puede causar incendios también usados para acosar y aterrar a los caminantes, quien siente que es seguido por la entidad jamás debe voltear para verificar que esté detrás suyo: Lechies estará ocupado tratando de apagar el fuego para evitar dañar su querido bosque, y la mirada de su potencial víctima lo distraerá de aquella urgencia.

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