CERBERUS, EL GUARDIÁN DE LOS INFIERNOS
Hércules capturando a Cerberus en grabado del siglo XVI, elaborado por el artista germano Sebald Beham.
Uno de los seres demoníacos culturalmente más interesantes para el estudio, dadas sus raíces profundas en el mundo clásico y las tradiciones mitológicas, probablemente es Cerberus o Cerbero, conocido por su rol de hacer guardia en el acceso a los avernos. Es, además, uno de los pocos o acaso el único entre los habitantes del Infierno con cierta jerarquía o relevancia narrativa pero que debe permanecer afuera del mismo reino, ya que su función es custodiar siempre las puertas, hallándose ajeno también a los límites de la capital del inframundo o Pandemónium.
El aspecto de Cerberus es acorde a su importante rol: una bestia horripilante con rasgos dominantes de perro. Con frecuencia se lo muestra representado en un inmenso can tricéfalo (de tres cabezas o caras), siempre muy bravo y temible. En otras ocasiones menos frecuentes, sin embargo, Cerberus se ve parecido al caso de los llamados santos cinocéfalos (cynocephalus) del paleocristianismo y de la cristiandad oriental: con cuerpo humano y cabeza de perro, como se presentó en el pasado a San Cristóbal de Licia. Puede aparecer portando las llaves de los infiernos, a un costado de su cuerpo.
Debe recordarse, pues, el perro ha sido considerado desde tiempos inmemoriales como guardián y símbolo de seguridad, protección y resguardo. Esta connotación se confirma también en la antiquísima frase romana "cave canem" ("cuidado con el perro", traducido del latín) que se lee, por ejemplo, entre las ruinas de Pompeya con un mosaico de un perro encadenado, en lo que fue la casa de Paquio Proculo. Cerberus adquiere una dimensión de terror en sus características, sin embargo: entre otras teorías, se sospecha que su nombre proviene de Kérberos en griego, cuya traducción es "demonio del pozo", aunque el cronista Servio decía, hacia fines del siglo IV, que derivaba en realidad de Creoboros, lo que se traduce como "devorador de carne".
Tanto la representación como el símbolo de las divinidades cinocéfalas provienen del mundo pagano, sin duda. De ahí la raíz de Cerberus, precisamente. Anubis es el principal dios cabeza de perro o chacal y con cuerpo humano, guía de los muertos en Egipto y portador del símbolo esotérico de la trascendencia en la vida llamado Ank, Anj o cruz ansata. Es graficado en los jeroglíficos también como un can echado en la tumba de su amo, custodiando su descanso eterno, situación que no pocas veces se ha visto en el mundo real con mascotas perrunas que deciden quedarse cuidando la sepultura de sus amos fallecidos. Se trata, por lo tanto, un ser mediador entre el plano de los hombres y el de los fallecidos.
Lo anterior explica que en el famoso "Libro de los Muertos" del siglo XVI antes de Cristo el mismo Anubis, guía de las almas en la ultratumba, aparezca tomando la responsabilidad de pesar el corazón de los fallecidos en la balanza de Maat: si el órgano es más ligero que una pluma puesta al otro extremo de la báscula, Thoth, el dios cabeza de ibis, anota esta virtud en su papiro y así se permite al muerto pasar al Más Allá; de lo contrario, el alma será devorada por Ammyt, horrible criatura con rasgos quiméricos de león, cocodrilo e hipopótamo. En el mismo documento milenario un embalsamador egipcio aparece también con una cabeza canina, probablemente una máscara, mientras transforma un cuerpo en momia, pues se considera que Anubis era el patrono de los encargados de tal tarea en el tratamiento de los cadáveres.
Cabe añadir que, a lo largo del tiempo, el fiel perro ha continuado siendo un poderoso símbolo arquetípico de intermediación, de dualidad y de escolta entre los difusos umbrales hacia los planos de la existencia extraterrenal y espiritual. Por las mismas razones expuestas, su símbolo trascendental acompaña al viajero y al aventurero, como cómplice fiel de su dicha o camarada de su desgracia. Está así en las imágenes de San Roque, el santo peregrino, y yace a los pies de Santa Margarita de Cortona.
Otra vieja relación directa y etimológica es Cancerberus o Cancerbero (Can-Cerberus), además, el siniestro perro de tres cabezas y colas de serpientes que cuidará las puertas del infierno ad eternum en la mitología clásica. Lo propio hace el Garm nórdico en la entrada a los dominios de Hela. Es la misma bestia que Heracles o Hércules derrota y captura en el último de sus 12 trabajos o desafíos, sacándolo del Infierno tras liberar al héroe Teseo. Esta lucha entre Heracles y Cerberus es uno de los episodios más icónicos de la misma mitología del Viejo Mundo, aunque no fue su única derrota: entre otros, el guardián fue vencido también Orfeo al lograr hacerlo dormir con su flauta mágica, y por Eneas tras drogarlo con bocadillos envenenados.
Dos representaciones efectuadas por el artista italiano Arcimboldo en el siglo XVI para el mismo demonio Cerberus.
Representación de Cerberus hecha por Gustave Doré en el siglo XIX para ilustrar la "Divina Comedia" de Dante Alighieri.
Cada cabeza del Cerberus tiene su propio nombre e identidad, además: Veltesta
(izquierda), Tretesta (centro) y Dittesta (derecha), aunque todas actúan
coordinadas en sus terroríficos ataques o ladrando de la misma amedrentadora
forma, como su hubiese una voluntad común. Las variaciones entre una descripción y otra varían, sin embargo:
cronistas del siglo VIII antes de Cristo agregaban que la cola de Cancerberus
estaba rematada en la cabeza de una peligrosa víbora. Hesíodo, en cambio, señala
hacia la misma época que el monstruo tenía 50 cabezas, mientras que Píndaro
cuenta 100. Horacio describió sólo una cabeza canina pero acompañada por otras 100
de serpientes. El único elemento común y uniforme en todos los casos es el rasgo perruno.
De acuerdo a la misma tradición greca, Ceberus o Cancerberus era hijo de la ninfa monstruosa Equidna y el dios Tifón, señor de los huracanes y las tormentas acompañado por cabezas de serpientes. Su ubicación era justo en la puerta del reino de Hades, en los umbrales e inframundos, y su tarea es doble: evitar que entren los intrusos provenientes del mundo de los vivos, a la vez que impedir que las almas de los muertos salieran del mismo sitio. La demonización de su figura en la cultura occidental convirtió a estas últimas en las almas de los condenados, cuya fuga debe ser frustrada en cada intento por el diabólico perro que se ha estimado en la literatura clásica como una criatura imposible de domar, con comportamientos despiadados y de ferocidad extrema.
En el siglo XVI de nuestra era, Dante Alighieri hace la siguiente descripción de Cerberus en su "Divina Comedia", con la noción del engendro ya totalmente fusionado con la demonología:
Cerbero, fiera monstruosa y cruel,
caninamente ladra con tres fauces
sobre la gente que aquí es sumergida.
Rojos los ojos, la barba unta y
negra,
y ancho su vientre, y uñosas sus manos:
clava a las almas, desgarra y desuella.
Los hace aullar la lluvia como a
perros,
de un lado hacen al otro su refugio,
los míseros profanos se revuelven.
Al advertirnos Cerbero, el gusano,
la boca abrió y nos mostró los colmillos,
no había un miembro que tuviese quieto.
Extendiendo las palmas de las manos,
cogió tierra mi guía y a puñadas
la tiró dentro del bramante tubo.
Cual hace el perro que ladrando
rabia,
y mordiendo comida se apacigua,
que ya sólo se afana en devorarla,
de igual manera las bocas impuras
del demonio Cerbero, que así atruena
las almas, que quisieran verse sordas.
La fusión demoníaca de Cerberus no se detendrá: el artista italiano Giuseppe Arcimboldo, famoso por sus extraños retratos formando imágenes con hortalizas, lo representa en una ilustración de 1585 como un monstruo tricéfalo pero con características de dragón. Entre otros detalles extravagantes, la criatura infernal se ve con escamas, garras reptilianas, un cuerno en la frente de la cabeza central y alas parecidas a las de un murciélago. Otras representaciones del autor muy parecidas lo muestran con una sola cabeza y erguido en dos pies... Poco le queda ya del perro original que inspiró la imagen, aunque es notable el hecho de que parte de sus rasgos perrunos serían recuperados después por artistas como Gustave Doré en sus ilustraciones para una célebre versión de la "Divina Comedia" en el siglo XIX.
Por su función de guardián de las puertas del Infierno y custodio de las llaves al reino del inframundo, el rol de Cerberus es reconocido como algo equivalente al que se otorga a San Pedro en los reinos celestiales, en la fe popular. Una constelación lleva el nombre de aquel perro vigilante de los avernos, de hecho, misma que había sido señalada por Johannes Hevelius en su atlas estelar "Firmamentum Sobiescianum", de 1690.
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