ABEZETHIBOU, EL ENEMIGO DE LOS ISRAELITAS
Representación de Abezethibou. Imagen base tomada del sitio Dark Temple.
Abezethibou, llamado también Abezethibod, Abezithibod y Abezi-Thibod, fue el demonio adversario de Moisés y quien intentó frenar el escape de los israelitas que partían por el desierto al iniciar su largo Éxodo. Incluso se le atribuye el haber alentado al faraón y a sus consejeros para no tenerles misericordia y perseguirlos hasta el Mar Rojo. Esto es lo que se señala en el "Testamento de Salomón", libro seudoepigráfico escrito en griego durante el primer milenio de la Era Cristiana y que se endosa de manera apócrifa al rey Salomón:
Y yo le dije: "¿Quién eres y qué te llama? ¿Y cuál es tu labor? Se han escuchado muchas cosas sobre ti''. Y el demonio respondió: "Yo, oh rey Salomón, me llamo Abezithibod. Desciendo de un arcángel. Una vez, me senté en el Primer Cielo, del cual el nombre es Amelouth. Desde entonces soy un espíritu feroz y alado, con una sola ala, conspirando contra todo espíritu bajo el Cielo. Yo estaba presente cuando venía Moisés delante de Faraón, rey de Egipto, y endurecí su corazón..."
De lo expresado en el "Testamento de Salomón" y por la demonología tradicional, entonces, se desprende que Abezethibou fue uno de los primeros caídos desde el Cielo después de la gran rebelión y tras negarse a hacer reverencia a Adán y su descendencia, siguiendo así a Beelzebú en el violento destierro para ir a parar a los Infiernos. Allí quedó condenado a ser un ser demoníaco y con una sola ala de color rojo, detalle que simboliza su solamente parcial desprendimiento del rasgo divino y el que una parte suya sería capaz de asimilarse aún con la de los mortales. La otra ala le habría sido cortada por la espada del arcángel Gabriel, cuando quiso enfrentarlo durante la guerra de los cielos, daño que siempre ha querido vengar. A pesar de ser presentado principalmente como un demonio menor, en su destierro logró importancia dentro de la comunidad de demonios habitantes y rectores de los avernos, alcanzando cierta jerarquía militar.
Se supone que las almas que caían en el temible foso del Tártaro de la mitología griega, en el mismo lugar donde quedaron prisioneros los titanes, acababan siendo sometidas allí a Abezethibou. Se lo invocaría también por los hechiceros para torcer el curso de los acontecimientos e influir sobre la mentalidad de los hombres. Sin embargo, el folclore judío lo considera además símbolo de idolatría, de los sacrilegios y de falsos dioses, como hace notar Andrew. J. Bould en su "El Diccionario de Demonios y Demonología de la A a la Z". Se supone que tentaría a los humanos a caer en estos vicios de la fe corrompida, por lo que representa también una suerte de advertencia para el espíritu.
Logrando viajar a la superficie donde viven los mortales, Abezethibou deambulaba por Egipto, extendía maleficios y logró influir así en la mentalidad y las furias del faraón, convenciéndolo de perseguir a los israelitas que ya escapaban. No obstante, de acuerdo a lo que expresa el mismo personaje en el "Testamento de Salomón", fueron los magos y consejeros del faraón llamados Jannes y Jambres quienes lo habían invocado, para que intercediera contra la magia de Moisés y su hermano Aarón cuando este último hizo la demostración de la vara convertida en serpiente y demostró ser más poderoso. Esta parte de su historia va en contra de lo informado en el Libro del Éxodo 14:1-7, sin embargo, en donde se atribuye al propio dios hebreo el haber endurecido el corazón del soberano egipcio:
Habló Jehová a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en el Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así.
Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos.
Sin embargo, al momento de intentar cruzar el milagrosamente abierto Mar Rojo con las huestes egipcias para ir tras los prófugos, el demonio instigador quedaría atrapado en las aguas del mismo extenso golfo, cuando estas se cerraron de súbito. Las enseñanzas de Belzebú -quien se negó a invocarlo cuando Salomón se lo pidió- aseguraban que, algún día, Abezethibou lograría liberarse de su cautiverio en aquel mar interior y saldría en una triunfal arremetida para cobrar venganza contra los israelitas y quizá contra toda la humanidad. De acuerdo al propio Belzebú, quien liberará a Abezethibou será otro demonio, llamado Efipas (Ephippas).
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